02 enero 2007

Escucho un zumbido de fondo desde el oído izquierdo, suena como un claxon lejano y levemente apagado. El oído derecho lo tengo reventado, creo que es el tímpano. La mirada fija frente a los restos de cristales rotos de lo que fue este salpicadero. El forense dirá en su informe que además del tímpano tengo reventado el bazo, el pulmón derecho y el hígado. Me huelo que mañana tendré un día movido, vendrán mis amigos y mis familiares a velarme, tendré que poner mi mejor cara de cadáver joven y simpático. Son cosas que pasan, se dirán los más pragmáticos, lo peor se lo llevará mi madre, a ella no la podrán consolar. Será un trauma para mis amigos, pues soy el primero según creo. Todo eso no me importa ya demasiado la verdad. Sigo con la mirada fija junto al airbag deshinchado y no sé muy bien en qué pensar. Imagino que vivir era esto y no sé si lo hice bien o mal, en todo caso ya no podré volver para comprobarlo, así que me quedaré sin aumento de sueldo. Siempre fui así de convencional. Me pasé todo el tiempo buscando otro tipo de vida que no tenía pero nunca me atreví demasiado a luchar por ella, más bien me dejé llevar por la multitud, por mis padres, por mis amigos, algunos, por las novias, algunas también. Me apetece brindar por todas las chicas que nunca tendré, como decía la canción de Mano Negra. Se ha saltado la mediana el que venía de frente, no me ha dado demasiado tiempo a reaccionar y encima he reaccionado mal, hacia el otro lado me he dicho, pero ya tenía la mirada fija. Siempre tarde. Me apetecería dormir pero estoy como cuando sabes que necesitas descansar en un vuelo que te lleva a Europa sobre el Atlántico y tan solo logras contar ovejas y mirar a la chica de al lado de reojo. Huele a gasolina e imagino que hace frío. Las carreteras de enero están heladas a esta hora, en breve se empezará a levantar la niebla y llegará el juez tras la Guardia Civil, el procedimiento me lo conozco por la facultad no porque lo haya vivido antes. Espero que recuerden que tenía un seguro de vida para anular la hipoteca si pasaba esto. Mi casa no es muy grande pero pueden vivir dos personas, además no tengo demasiadas cosas que tirar, no costará demasiado alquilarla o venderla. El coche no creo que valga más que como chatarra después de este lavado de cara que le he dado hace un momento. No me queda mucho más de lo que hacer recuento, lo demás me lo llevo puesto. Tan solo deseo que en la lápida alguien venga a poner “mis amores” como al final del cuento de Clarín, aquel que se llamaba “un viejo verde”.

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