17 octubre 2007

Octubre
Tendido en una cuerda secándome poco a poco, al sol, al viento, drapeo como un trapo boca abajo. Sujeto por los pies con dos pinzas, con la cabeza llena de sangre intento conjugar cuatro frases con sentido, intento comprender lo absurdo de mi vida ciclotímica. Aquí estoy, solo, el mar, la luna. Solo. Ningún objetivo cumplido de cuantos componían la lista del curso pasado. Mal balance. Mal año. Mala leche. El mar. Enfrente.

El viento del oeste y las olas. La humedad y las estrellas. Mal balance. Solo. En la orilla, en el límite, al borde. El precipicio o el mar. El viento del oeste. El semáforo en rojo que un tiempo estuvo en verde. Mi vida detenida. Sólo queda correr, huir, saltar, hacia delante o hacia arriba. Comprender los errores, saberse dueño de las soluciones, saberse el culpable de los propios problemas constituye una primera medida diagnóstica sobre la que empezar a proponer nuevas vías de cambio. Intentos de movimiento que se deben llevar a la práctica en el día a día. Pequeños gestos que deben provocar grandes cambios, la ruta y la brújula siguen extraviadas, sin embargo quedarse quietos es el único camino que sabemos a priori incorrecto. Mal balance. Fácilmente mejorable, obligadamente mejorable.

El mar, el sol.

Esperando el viento del sur.




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1 Comments:

At 17 de octubre de 2007, 20:50, Blogger Paola Vaggio said...

Me parece muy interesante la idea de saberse el culpable de los propios problemas. Es un modo de ver las cosas, a veces tendemos demasiado a culpabilizar a los demás. Me ha gustado leerte.

 

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