26 noviembre 2007

Not every one can carry the weight of the world
Te busqué en un vagón de tren, detrás del coche restaurante, inmersos en la madrugada helada de Castilla. Te busqué sin éxito en las playas de Alicante, en los faros de Asturias, en las pensiones de Málaga, en el metro de Valencia, en los ojos de la hija de mi portera, tras la barra de un bar de Quevedo, en una tienda de souvenirs de Córdoba, cruzando el puente de piedra sobre el Ebro, en Zaragoza, te busqué entre Pinto y Valdemoro, en el Tibidabo y en un chiringuito de Arenys… imaginé haberte encontrado muchas veces, di con pistas falsas y con otras auténticas, seguí el rastro, husmeé como un sabueso tras el olor de tu perfume, tras un jersey verde en la calle Preciados, tras el sabor acre de un café de serrín y servilleta. Te vi y te alejaste, te encontré y te perdiste, te llamé y me ignoraste, te vi marchar en silencio sin volver la vista atrás. Y tras todo este tiempo buscándote me pregunto qué estoy haciendo.

¿Dónde voy?

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