07 diciembre 2006

Más autopista para ir de un lado a otro de la ciudad, miles de palmeras a nuestro paso y al fondo el skyline del centro con el contorno difuminado por una espesa capa de contaminación. Buscamos Beverly Hills como una deuda impagada de la vida que viniéramos a cobrarnos. Entre medias recorremos calles y autopistas que nos resultan familiares, nombres conocidos y la sensación de que en esta ciudad puede pasar cualquier cosa. Ningún romanticismo.

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