10 enero 2007

Conciencia de ser consciente. Inconsciencia de ser coherente.
Ya me has vuelto a enredar. Te dije que no volvieras con la intención de enmarañar las cosas y ahí me dejas con toda la madeja ante mis ojos... ¿y ahora qué? Entre el árbol y el sol, sin ida y sin vuelta, en mitad del camino a ninguna parte, frágil y quebradizo como una hoja de diciembre. ¿Acaso se puede pensar en la esperanza? La habitación no es fría pero sí solitaria y además ahora no cantan los pájaros al amanecer; Espero que no vuelvas nunca más con tus preguntas absurdas y tu retórica deslumbrante, que me dejes tranquilo con mi vida que lo último que necesita es el canto de las sirenas de Ulises. Yo no me voy a atar al árbol mayor, te prevengo, sabrás que si me arrastras iré donde me pidas, y si me tropiezo intentaré volver a levantarme, sabrás que no estaré huyendo de ningún lado sino persiguiendo una utopía y que algún día separaré mi cuerpo de mi alma para que por fin pueda volar libre y sin ataduras. Ese día no serás ya nada, pues nada le podrás decir a un espíritu puro y sin miedo, ese día no valdrás más que como combustible instantáneo de un viaje infinito. Mientras siga junto al cuerpo y viva lleno de miedo, de frustraciones y de anhelos no eres más que un susurro incómodo y una voz desleal, pero al fin y al cabo creo que eres necesaria.

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1 Comments:

At 12 de enero de 2007, 21:02, Blogger MalditosTacones said...

He leído el post que has tomado prestado de Eddi Vansi... Maravilloso, como casi todo lo que escribe ese autor...

Tampoco tienen desperdicio tus textos, enhorabuena.

 

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