21 septiembre 2007

Le strade di lei
Yo necesitaba una buena mamada, pero necesitaba admirar a la persona que me la hiciera. Tenía que ser capaz de mirarla a los ojos y saber que pasaría con ella el resto de mi vida. Lo demás eran intentos estériles de perpetuar un placer fugaz, un ejercicio de virtuosismo tan efímero como inútil.

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