23 octubre 2007

El Sur
El domingo dejé Madrid y cogí un tren diferente, éste ya no iba al noreste sino hacia el sur, ese sur tan cercano y tan distante y sobre todo tan extraño.
Atrás dejé los molinos de La Muela cuando me llamaron por teléfono el viernes, mientras regresaba a Madrid, adelantando un camino sin vuelta atrás. Estaba convencido de que tendría la oportunidad de volver a despedirme, de cambiar el texto del anterior post, de comerme mis palabras, pero el 33 ha seguido su camino... como bien me puso Aireen. Ahora todo aquello parece muy lejano, porque el espacio a veces tiene influencia sobre el tiempo. Lejos en general.
La vida sigue su curso, superponiendo capas de realidades que se suceden cronológicamente y que apenas logro digerir. Copas que se beben, te embriagan y se marchan al día siguiente bajo forma de dolor de cabeza y que provocan nuevos propósitos nunca cumplidos. La vida va muy rápido últimamente y no sé si me gusta o me marea. Ahora estoy en la judería de Córdoba, puedo escribir desde algún patio, oler el jazmín y escuchar el rumor del agua deslizarse entre los cantos rodados. Puedo hacer fotos. Puedo dedicarme a olvidar algunas cosas. Puedo empezar, otra vez, otra nueva vida.
Así cada tres meses.
Así cada cinco días.

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1 Comments:

At 25 de octubre de 2007, 14:05, Blogger Hatt said...

Que los dioses te sean propicios y que el viento sople siempre a tu espalda.

Un abrazo.

 

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