06 enero 2008

Under my skin

Como en esos momentos en los que una fuerza sobrenatural te recorre por dentro, el deseo, un torrente incandescente que circula en tu interior, desbocado, aprisionado como magma por los límites de tu cuerpo. No sabes cómo ponerle freno, te lleva, te arrastra y nada puedes hacer. Yo aprendí a domarlo en sentido positivo pero nunca en sentido negativo, es decir, me acostumbré por culpa de mi primera novia a controlar mis impulsos sexuales de una forma casi espartana. Se desnudaba, me desnudaba, nos acariciábamos, pero ella nunca quería ir más allá, así aprendí a controlarme, era perfectamente capaz de volver a vestirme sin que nada sucediera. Eso unido a mi timidez hizo que encontrara vías a través de las cuales controlar mis impulsos. Ya casi nunca logra el deseo empujarme a realizar cosas positivas, es decir, a construir. Lo que nunca aprendí es domarlo en negativo, es como el tercer principio de la mecánica de Newton, la fuerza igual y contraria. Todo lo que no construye el deseo es capaz de destruirlo. Me explico. A veces encuentro una mirada perdida, y la sigo, porque sólo a través de los ojos podemos entrar en el alma de las personas, pero no soy capaz de mantener esa mirada tan poderosa y en seguida me aprisionan los miedos y giro la cabeza, o no me atrevo a decirle nada a una persona, hasta ahí todo controlado. El problema viene cuando otra persona sí que se acerca, le dice algo y algo sucede, entonces dentro de mí se enciende una verdadera revolución, todas mis glándulas se vuelven locas segregando y se acelera el pulso. Entonces me vuelvo indomable conmigo mismo, severo como pocos, y me castigo, y me flagelo, no tengo piedad. Es en esos momentos cuando escribo, por ejemplo, porque puedo escapar a través de las teclas y liberarme de toda la energía negativa que me posee, porque en esos momentos me desprecio, me desprecio por incapaz, por imbécil, por ser simple observador de los acontecimientos que quizás hubiera debido protagonizar yo. Así camino muchas veces, derrotado por mis pasiones. Todo lo que no construyen sí que son capaces de destruir. Pero esta es sólo una teoría. Una de tantas por otra parte.
Hay quien dice que estoy obsesionado, pero eso es porque no me conoce, porque yo no lo estoy, simplemente llevo años librando una batalla conmigo mismo para liberarme de un enorme peso. Quiero dejar de destruirme y construir a partir de la misma energía, pero sólo a veces lo logro.

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