Finisterre
Salí de laSexta una semana más con la sensación de haber perdido el tiempo. Más que haberlo perdido haberlo visto pasar de largo, porque los domingos son días en los que el tiempo se hace presente como ningún otro día de la semana y se puede percibir su paso con mucha más intensidad. Los domingos el tiempo pasa, la semana muere, los equipos de fútbol se pelean en campos de hierba y la gente melancólica piensa y sobrelleva su resaca como puede. Generalmente mal. Mañana de nuevo lunes, ya sin semana santa a la vista, ni viajes en los que pensar. El móvil los domingos es más un enemigo que un aliado y suele estar callado toda la tarde, como si quisiera decirte que no le importas a nadie, o que nadie se acuerda de ti, así que por las noches suelo emitir mensajes omnidireccionales suplicando cariño, literalmente. Cuando la gente está lejos cuesta más sentirla cerca así que hay que hacer un sobreesfuerzo y pensar mucho en ellos, en lo que necesitan e intentar saber estarles cerca. No es fácil de conseguir y sospecho que muchas veces se sienten abandonados. Así que quería dedicar este post a Manuel en el invierno eterno de Chicago que espero que poco a poco sea más primaveral. A Andrés en su loca (aparentemente) y desenfrenada vida de Miami. A Lucía recorriendo los paisajes más antagónicos del mundo, recién regresada de Sudáfrica a Dinamarca. A Laura y Manuela que a estas alturas ya creen que hablan italiano y todavía no saben si aborrecer o amar para siempre la pasta col pomodoro. A Ana, Teresa, Ángela y Mikel que un buen día de agosto decidieron que se irían a México en septiembre a ejercer el periodismo allí y por supuesto a María que se fue tras ellos en Enero para dejar del todo huérfanas las noches madrileñas y los amaneceres de verano. A Wendy que se volvió a Guatemala y a quien debo una visita en condiciones, esta vez sin terremotos. A Pablo que nunca volvió de París y cuya voz me devuelve toda la alegría de los meses que vivimos juntos allí. A Paolo y Alessandro donde quiera que estén ahora mismo, soñando con Madrid alguna noche. A Belén perdida en Turquía y nunca más encontrada. A Bab que volvió de Australia hace ya una semana y no fui capaz de ver. A Juan en su casa frente a la ría de Vigo… en fin… a todos los que no estáis cerca. Os quiero especialmente en las noches de domingo, en las que me siento un farero haciendo señales al mundo negro que se abre frente a mí.
Etiquetas: Vivencias
1 Comments:
A ver si a partir de ahora les voy a tener más cariño a los domingos. ¡Pero que ganas tengo de darte un abrazo! Mucho ánimo y suerte con el cambio de vida, valiente.
Teresa
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