De repente estaba sentado frente al borde del embarcadero, con las piernas colgando y con un silbato en la boca. Llegabas en una barca de madera muy fragil y gastada, vestías una camiseta de rayas azules y una gorra con una marca de fertilizante. Mascabas chicle.
-¿subes o qué? - decías apagando el motor mientras llegabas al extremo del embarcadero.
Dos puntos insignificantes en medio del mar y una vida por delante para naufragar.
Etiquetas: Paranoias
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