19 marzo 2008

Y volar
En ocasiones me sorprendo a mí mismo, al salir de la sala de recogida de equipajes, buscando una mirada familiar como si después de todos estos meses todavía fuera posible encontrar una mirada cercana, querida. Los ojos anónimos llamean de ansiedad hundiéndose en el interior de la sala en el instante fugaz en el que se abren las puertas. Yo agacho la cabeza y esquivo encuentros, besos y abrazos con mecánica destreza y con una ligereza impropia del equipaje que arrastro logro serpentear entre amantes, maridos y chóferes, esposas, abuelas y secretarias para deslizarme anónimo y solitario hacia el taxi que me lleve a casa.

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1 Comments:

At 23 de marzo de 2008, 0:51, Anonymous Anónimo said...

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