24 abril 2008

Risalire
Como en cada pequeño ciclo de mi vida toca volver a ver la luz. Tras una semana que ha sido lo más negro que recuerdo en muchos años parece que empiezo a salir y volver a animarme. Como no podía ser de otra manera determinadas canciones me han ido sacando poco a poco. Mañana de nuevo a Madrid, esta vez saldré sólo el sábado, a la despedida de Dani que por fin se marcha a vivir a Barcelona, el resto lo dedicaré a cuidarme, darme baños, recibir cariño… mucho cariño. Necesito miles de besos y de abrazos, necesito te quieros y te echamos de menos… parece sencillo pero no se cotizan al alza. Así que mañana emprenderé mi particular viaje a los sueños polares, y no tendré ninguna presión, podré ser yo mismo y volar con la moto, con esa tonta sensación de libertad y volveré a la calle Pradillo, que es el lugar en el que la estrené. De la redacción de “El Mundo” al parque de Berlín… corto pero intenso. Luego vinieron otros miles de kilómetros. Puede que me vaya de Pradillo hasta Aluche… simplemente para sentir el sol en mi espalda y el viento en la cara. Para olvidar la caverna y a los cavernícolas que la habitan, los que secuestran la mayor parte de mi tiempo por un salario que se escapa entre los dedos para pagar la casa que la caverna hipoteca.
La próxima vez que salga tengo que ser más prudente, como Ulises, y atarme al palo mayor, no dejarme llevar por cantos de sirenas. El sábado salí, y no volví. Cuando mis amigos marcharon yo dije que me iba, y me metí en un bar yo solo… de ahí no recuerdo nada más, hasta el mediodía del día siguiente todo es borroso, no hay ningún contorno definido ni ninguna pista del trayecto recorrido, nada me puede dar luz sobre lo que pasó y precisamente por eso mi cerebro ha estallado durante esta interminable semana de autocensura, de autoflagelación. Algo ha estallado en mi cerebro y ha descolocado todo, a lo mejor borracho como estaba decidí pagar y consumir alguna droga, no lo sé, sólo sé que a las 5.10 el banco dice que saqué cien euros y no quedaba nada al mediodía del día siguiente… los pude perder, me pudieron robar… el cuerpo el domingo lo tenía magullado, con un feísimo cardenal en el brazo izquierdo y un horroroso dolor de espalda, la cabeza también me dolía en la base derecha, sobre la oreja. Mi particular descenso al infierno decidí hacerlo sin Cicerón, por lo que, a diferencia de Dante, no pude contar con un guía que me recondujera o que, por lo menos, me explicara. Ahora todo baila, por las noches cuando intento dormirme me vuelven esos flashes, recuerdos soñados, recuerdos reales, recuerdos de amigos, de amigas, en ellos soy algo parecido a un monstruo al que todos odian y que, forzosamente, odio yo mismo. Ha sido una semana durísima en la que trabajar ha sido el único calmante. La única sedación posible. Mañana volveré a Madrid para pasear en moto, para dar una vuelta por el templo de Debod e ir al cine, solo o en compañía, para irme a la cama pronto y dormir 12 horas seguidas. Para despedir a Dani en compañía de mis amigos. Para abandonar de una vez la obsesión por no ligar. Para recrearme en los placeres de la vida.
Este era el riesgo de leer tanto a Bukowski… y así me va.

Pero hay que seguir…

Belle and Sebastian – Le pastie de bourgeoisie

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1 Comments:

At 25 de abril de 2008, 17:27, Anonymous Anónimo said...

Oh man!

Sobrecogido me dejas, cuando quieras una velada catártica avisa y te hacemos de cicerone o te buscamos uno.

Me parece un poco feo que te falten tantas horas, porque ya sabrás cuanto hijoputa puebla las caies, pero si realmente algo en tu coco ha hecho click igual esta bien empleado.

Me extraño que no dijeras nada el sabado a mi sms y que no andaras por malaware pèro no le dí mayor importancia.

En fín, chaval que disfrutes tu finde de Rehab y que te mando un abrazo y un te echo de menos!

Y hazme un favor no te tortures tanto cojones!,dale más al POP feliz e intrascendente y rula con tu moto.

Nippon

 

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