05 febrero 2007

Hoy he vuelto a curiosear por la red, o la blogosfera como se dice ahora, arrimando el hocico aquí y allá y comprobando que como todos sabemos desde hace mucho tiempo, nuestra democracia, bueno, la nuestra y la de todo el mundo no es democracia. ¿Dónde está la voluntad popular? Me he resistido siempre a creer que en dos partidos quepa todo el abanico de ideas posibles, y además me resisto a que un voto cada cuatro años sea un cheque en blanco de impunidad absoluta... Eso es lo que pensaba hoy, mientras que ante mis ojos se movían, como cada día, millones de euros de un lado para otro.
Habla Bush de incrementar el gasto militar... todavía más, si cabe, porque no recuerdo en sus ocho años de gobierno otro discurso que no fuera el de la lucha contra el terrorismo, el bien y el mal, nosotros y ellos. Nos intentan meter en la cabeza que el terrorismo es nuestro principal problema, y sobre ese tema discuten sesudos contertulios y opinan carniceros y amas de casa, agentes de bolsa y taxistas. Mientras digo esto pienso en que yo mismo podría morir mañana en un atentado, pero claro, también podría descarrilar mi tren, o salirse mi coche, o recibir una puñalada, o que mi novia me rajara como a un melón; claro que primero debería tener novia. Así que supongo que mañana no moriré en un atentado. Y como yo tampoco morirán la mayoría de los ciudadanos, mayoría que, sin embargo, sí que se verá afectada por la subida (un mes más) del euribor. A las subidas del euribor le suelen dedicar unos segundos en los telediarios, como si fuera una penitencia que hay que soportar. ¿cuántas personas acudirán mañana a sus empleos sin saber si se les renovará el contrato? ¿cuántos morirán mañana en accidente laboral y todavía no lo saben mientras ven la tele? Probablemente mañana no muera nadie en atentado terrorista, pero aún así no se hablará de otra cosa que de terrorismo, y lo que es más grave, es el principal motivo de preocupación entre la ciudadanía. Mañana todos hablarán de lo mismo, aunque claro, para los más escépticos siempre quedará Capello, la otra gran preocupación de nuestra ciudad.
Mientras esto siga así yo seguiré intentando no enredarme y hablar de sentimientos, que sí que son comunes a todos.

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