03 febrero 2010

Mañana

Escucho Hoppipolla, una de las canciones que más me gustan de Sigur Ros. Como cada mañana desde que estoy en paro me he leído varios periódicos y multitud de blogs y como cada mañana me he puesto de mal humor con todo lo que sucede alrededor. En particular con nosotros mismos, con la gente que me rodea, que al final es quien se come mi mal humor y mis ganas de mandarlo todo a la mierda.

No sé si soy yo o es el universo entero el que conspira en mi contra. Así escrito podría parecer paranoia. Soy un esquizofrénico, estoy en la edad, además, de tener los primeros síntomas. Pero no, resulta que a poco que uno lee descubre que forma parte de un ejército silencioso y abnegado de personas que caminamos predicando en el desierto.

Tiendo a no creerme nada, y eso tampoco es algo que me lleve a ninguna parte, además de conducirme directamente al desengaño permanente. (“por la calle del Desengaño la Malegría ahogaré dentro un vasito de Jerez”… que dijo hace doce años Manu Chao). El mundo gira, cada mañana sale el sol, respiramos; en Madrid, en particular, las mañanas de febrero tienen una luz increíble con el sol ya un poquito más alto y un frío limpio y puro, que tonifica e inocula ganas de comerse el mundo. El mundo gira y nada cambia, o cambia a peor, que es el peor de los cambios posibles. Cambiarlo todo para no cambiar nada. En esas estamos, en la refundación del capitalismo a peor, desenmascarado y sin rival ideológico, con la sociedad adocenada, escondida detrás de toneladas de basura, teleprogramada a distancia para no pensar, para no ser crítica. Pero crítica de verdad, no crítica con éste o con aquel gobierno, sino crítica con el estado de las cosas.

Cada día tengo más clara la decisión de salir fuera, de irme de aquí, no porque exista un mundo mejor, sino porque este me tiene harto.

http://www.youtube.com/watch?v=Rc-FWL626uI&NR=1

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