16 marzo 2017

De vuelta quizás?.

Nunca supe si escribía para desahogarme o escribía para decirte. Nunca supe, a ciencia cierta, quién eras tú. A veces sí, claro. La mayoría no. Tú eras etérea, una idea, un deseo, generalmente una ausencia. Y escribía claro, porque estaba solo y tenía delante la única herramienta que me permitía no estar solo y a la vez sentirme protegido. Luego vino todo lo demás, las redes sociales, la exposición excesiva y dejé de hacerlo. Ahora vuelvo a sentir que este rincón es de nuevo anónimo, que después de tanto tiempo sin respirar, nadie se asoma a él. Y entonces me vuelven a salir las palabras. Me obligo a escribir porque sentir, sentir, no he dejado de hacerlo en todo este tiempo, y de eso tú sabes demasiado. 
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Se abrió el telón.

Como nada había dicho, nadie podía sospechar que empredería ese camino. Aquel día, sin encomendarse a nadie y sin saber muy bien porqué lo hacía, se echó a andar. Tan sólo el tiempo determinaría el devenir de los acontecimientos... pero la única certeza que tenía era que ese tiempo iba a pasar.

Por delante de sus ojos empezó a discurrir la vida. Por detrás de sus zapatos se empezaron a acumular sus huellas.


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Así empecé hace algo más de diez años. Se acumularon huellas, se abrieron heridas, se cerraron, formaron espléndidas cicatrices, se volvieron a abrir heridas y el círculo se repitió unas cuantas veces, casi como si Kepler se divirtiera jugando con mis azares. Y nada es más casual que la vida. 

Seguiremos, espero.

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